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más allá de su entidad como Estado, la historia intelectual de este se encuentra jalonada por el constante desprecio a las diferentes identidades de las naciones oprimidas, para ocultar su histórico chauvinismo y progresiva transformación en racismo, al tiempo que intentar reducir la creciente conciencia nacional de dichos pueblos. De ahí las habituales construcciones ideológicas en torno a los estereotipos de gallegos pusilánimes, catalanes peseteros, andaluces vagos y vascos brutos, racistas y violentos, quienes solo abandonarán su inferioridad en la medida en que asuman la identidad común («España») superior a la propia.
Solo así, respectivamente, «los gallegos serán también maleables y pacientes; los catalanes, buenos negociantes y realistas con sentido común; los andaluces, alegres y parlanchines y los vascos, nobles y trabajadores» / Ver: lahaine.org