[De Borroka Garaia] Cuando se producen saltos represivos, o sea, cuando ante un similar contexto se endurece la represión concreta aplicada, las fuerzas represivas no lo hacen en función de una supuesta proporcionalidad o desproporcionalidad dada sino en función de un interés político que no está relacionado con ajustarse a ningún criterio de proporcionalidad sino de rendimiento y jerarquización inducida de enemigos. Es por ello que los supuestos «hechos» siempre pasan a ser algo secundario mientras que lo que prevalece son los resultados. De ahí que frente a hechos tomados como «no relevantes» pueda existir extrema dureza represiva si los resultados para los represores generan rendimiento.Si ante la lógica de un estado de excepción, o hechos represivos de enorme dureza, los represores logran jerarquizarlos frente actuaciones de menor escala consiguiendo centralizar el debate en su proporcionalidad, ya tienen la mitad del camino hecho, ya que la raíz de su esencia represiva está a salvo. A los represores no les importa ser más o menos contundentes (para ellos somos abono para sus campos de golf), sino legitimar su monopolio de la violencia hasta hacer el menor uso posible de ella, lo cual les puede llevar a normalizarla en la escala pertinente ya que el objetivo de la represión por muy paradójico que sea es que no haya represión, y sin haberla se produzcan por sí solos los resultados políticos requeridos. Por eso reprimen, su objetivo es la auto-represión. (BorrokaGaraiaDa)