[De Carlos Aznárez] Con el fallecimiento de Iker Gallastegi puede afirmarse sin lugar a dudas que se marcha un auténtico guerrero vasco. No por casualidad era uno de los hijos de Eli Gallastegi, al que apodaban «Gudari» (soldado o guerrillero), quien había liderado la fracción más rebelde del independentismo dentro del Partido Nacionalista Vasco (PNV) hasta que decidió romper con el mismo por sus posiciones claudicantes.
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Gallastegi, acusado por varias ONGs derechistas de hacer «enaltecimiento al terrorismo», alegó que en el film se había limitado a explicar las opiniones de los militantes de ETA sobre su accionar armado, pero se negó a retractarse. «Yo no tengo que pedir perdón. A los vascos nunca les han pedido perdón por los 40 años de dictadura franquista en la que se mataron a miles de personas y se las enterró en cunetas y en tumbas colectivas, algo que se está aclarando ahora. A los vascos nunca les han pedido perdón por el GAL, nadie pide perdón en los conflictos armados», declaró antes que lo condenaran a un año y tres meses de cárcel, cuando ya había superado los 80 años de edad.
Puede afirmarse que se marchó como vivió, indoblegable y coherente, con su risa bonachona y las convicciones a flor de piel, pero seguramente también con la enorme pena de saber que la tan ansiada amnistía para los presos y presas, aún no ha podido concretarse. Y tampoco la patria independiente y socialista por la que tanto peleó. Sin embargo, ahora que está sembrado en las entrañas de su querida Euskal Herria, sus ideas, como las de «Gudari», Lander y otros tantos patriotas seguirán floreciendo e iluminarán futuras luchas. (BorrokaGaraiaDa)