[De Ester Muñoz e Shaila Fernández, da Askapena] Sin embargo, desde sus comienzos, la UE se configura como una institución para apartar las decisiones sobre la política económica del control de los pueblos que la componen. Esta tendencia se ha agudizado a partir de la crisis capitalista del 2007 con la imposición, por parte de la Troika (Comisión Europea, Banco Central Europeo y Fondo Monetario Internacional), de planes de ajuste estructural (privatizaciones, recortes, etc) a las clases trabajadoras de los Estados que se endeudaron para salvaguardar los intereses de las empresas privadas. Un caso paradigmático es el de Grecia que, en la actualidad, ha perdido totalmente su soberanía y se ha convertido en una colonia de las élites capitalistas europeas.
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No nos dejemos engañar por su juego del poli bueno y poli malo. Ni fascismo liberal disfrazado de democracia ni fascismo nacional socialista bien vestido y disfrazado de solidaridad obrera. Ante eso, recuperemos la mejor tradición de lucha por nuestros derechos, por los derechos de la clase obrera, de los pueblos que luchan por su liberación, de las mujeres. La mejor tradición de apoyo mutuo y solidaridad internacionalista. Con propuestas claras, que defiendan hoy y ahora a las capas de la población más afectada por este sistema capitalista neoliberal, desde las trincheras de las necesidades de la vida cotidiana, y contra una UE profundamente antidemocrática y represiva. Una UE, que, sin embargo, se sigue defendiendo, por aquellos quienes la respaldan, como el muro de contención de la extrema derecha mientras aplica, institucionaliza y legitima su mismo programa, por un lado, y persigue y criminaliza la resistencia de corte progresista. No sabemos si la Unión Europea quiere blanquear el fascismo, pero lo que está claro es que quiere imponernos un fascismo blanqueado, de mil caras, irreconocible, casi hasta con pinta de demócrata. (BorrokaGaraiaDa)