[De Marco Teruggi] Si Umtiti no fuera jugador de fútbol seguramente sería detenido por la policía día por medio para pedirle sus papeles. Igual Mbappé. Peor Benzema, que por el apellido y los rasgos sería un potencial terrorista para la policía, los servicios secretos y una parte de la sociedad que acepta el estado de excepción luego de los atentados recientes. Los profesores en los colegios deben «detectar a los jóvenes en vía de radicalización islamista» y avisarle a la policía.
Umtiti, Mbappé, Benzema son la excepción. La regla son los millones que desde hace años y años son detenidos por la policía, desplazados a los bordes geográficos y laborales. Los sospechosos de siempre.
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Tal vez una mayoría de los hijos, nietos, de inmigrantes han decidido pelear por un país que ya es suyo, que nadie, a pesar de todos los intentos, puede quitarles: son Francia y no hay vuelta atrás. Tal vez en eso esté la posibilidad de futuro que tiene una Europa que se ve enfrentada entre una pulsión de muerte que rechaza, escupe y cierra puertas a los inmigrantes y sus hijos, y una pulsión de vida que busca darles techo, comida, oportunidades, un lugar en un sistema que también es injusto. No toda Europa es colonial, racista, eso también es una evidencia que se ve en asociaciones, iniciativas civiles, barrios, libros, música, amistades, parejas, opciones políticas que proponen síntesis y no caminos retrógrados hacia sociedades que son el pasado. (hastaelnocau)