[De Alberto Rodríguez García] Hay un patrón que parece que se repite en este caso, y es que los países que más hostiles se han mostrado hacia el gobierno sirio y más concretamente Bashar al-Assad, están utilizando a los refugiados como moneda de cambio; como una forma de atacar indirectamente al país a través de la demografía.
Ya no es que los territorios con influencia estadounidense sean los que más trabas ponen a las familias para que vuelvan, es que, por ejemplo, en Alemania, Angela Merkel no ocultaba este verano su rechazo a la posibilidad de que los refugiados volviesen a Siria bajo la excusa de que «no se dan las condiciones de seguridad suficientes». A Merkel, sin embargo, no le importa que esos mismos refugiados decidan volver a Turquía de forma ilegal y expuestos a las mafias de tráfico de personas por la precaria situación a la que tienen que hacer frente en suelo alemán. (rt.com)