[De Juan Manuel Olarieta] Pues bien, en internet ya no debe quedar más que el odioso odio y por eso Miguel Camacho, cabecilla de la «Oficina» del Ministerio de Interior, previno en su charla: «Todavía queda mucho por hacer», o sea, tenemos faena para rato, el trabajo está asegurado y, por lo tanto, buenos sueldos de por vida (siempre que el odio arrecie).
Pero del odio no sólo viven las ONG, los abogados, los funcionarios del Ministerio de Interior, la policía, la guardia civil, los municipales, las autonómicas, sino los fiscales, los jueces y toda una parafernalia de burócratas especializados en «detectar los contenidos tóxicos en las redes para poder hacer un seguimiento de los mismos», es decir, personas que viven de echar un vistazo al ordenador cada mañana. (movimiento político de resistencia)