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Al partidismo sobre la guerra civil le está siguiendo -inevitablemente- el de la guerrilla antifranquista, también con retraso. Los maquis ya no son delincuentes; los delincuentes fueron los franquistas. La historia avanza -inexorablemente- y está llegando ya a los campos de concentración, los fusilamientos y la lucha clandestina porque la posguerra fue aún peor que la guerra.
Después le tocará el turno a la transición y dentro de algunas décadas la historia dirá otra verdad partidista y revolucionaria: que la transición no fue ni modélica ni pacífica, que hubo quienes lo dieron todo por continuar la lucha antifascista en las condiciones más difíciles, que fueron perseguidos y asesinados por los mismos de siempre y que a ellos se le sumaron los vendidos y los renegados de todos los colores. (lahaine.org)