[De J.J. Díaz] Desde la caída de Aristide en 2004 hasta el 2017 la soberanía haitiana fue violada sistemáticamente por la Misión de estabilización de Naciones Unidas para Haití (Minustah). Abusos a la población, represión a las protestas, mujeres violadas y brotes de cólera fue la estela de sufrimiento que dejaron los cascos azules. Sin embargo, las víctimas nunca fueron reparadas y los culpables raramente sentenciados.
La decepción del gobierno reformista de Aristide, la humillación de la intervención militar, el pago de una infame deuda, el nefasto terremoto del 2010, la devaluación constante de la moneda, el caso de corrupción del fondo de Petrocaribe y la creciente pauperización de las masas han cumulado un profundo malestar en la sociedad, formando un coctel explosivo. La persona que no partan de esta acumulación de hechos jamás entenderá el carácter espontáneo de la insurrección popular y su salto cualitativo. (Resumen Latinoamericano)