Éramos conscientes de la extrema gravedad política de la evidencia del latrocinio de la monarquía, escenificado con la huida del monarca «emérito» ladrón, y de que era necesaria una inmediata respuesta del pueblo. Sobre todo cuando, para mayor escarnio, la huida fue organizada por el gobierno y pagada con fondos públicos.
A pesar de que la manifestación estaba debidamente comunicada (y aunque no lo estuviera) y el silencio administrativo debe interpretarse positivamente, sobre todo cuando se trata de derechos fundamentales como el de manifestación, el desproporcionado dispositivo policial pretendió impedir la manifestación en su comienzo en la plaza de Ópera. Allí fue brutalmente detenido nuestro compañero Luis, quien – obviamente desarmado – fue derribado y aplastado contra el suelo, perdió sus gafas y fue esposado con la brutalidad que las imágenes muestran. / Ver: redroja.net