[De Juan Manuel Olarieta] El «bobo» es el «pequeño burgués bohemio» cuyo hábitat natural es siempre la capital (Nueva York, París, Madrid). Más aún: es el viejo «burgués gentilhombre» de Molière, aquel que hablaba en prosa sin saberlo.
Quizá el «bobo» de hoy tenga un poco más de cultura; quizá sea precisamente un «cultureta», ese tipo de esponja que absorbe y exuda la ideología dominante a través de los nuevos medios digitales, desde los videojuegos hasta YouTube. Es un gilipollas que ha pasado por la universidad y casi seguro que tiene un máster de esos que se venden y se compran a precio de oro.
«Económicamente está a la derecha e ideológicamente a la izquierda», dice un experto, en referencia a «la izquierda caviar», exquisita, ese conglomerado de intelectuales que resumen lo que la contracultura ha impuesto como menú políticamente correcto y saludable: feminista, ecologista, «gay friendly», animalista, vegano...
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Una subespecie del «bobo» es el «lili» (liberal libertario) en donde la «nueva izquierda» que arrastra los pies desde mayo del 68 converge con «la ultraderecha». (Movimiento Político de Resistencia)