Han pasado 31 años. Se dice pronto, lo que dura en los labios una frase conocida. Sin embargo, los años, mientras transcurrían, han sido largos, terriblemente ausentes, doloridos pero henchidos de dignidad y solidaridad. Los militantes de ETA Jon Agirre y José María Sagardui, Gatza, vuelven a casa con el triste récord de ser los presos políticos de Europa que más tiempo han permanecido en la cárcel. ¿Cuántas cosas han ocurrido en 31 años? ¿Cuántas vivencias colectivas y personales? ¿Cuántos acontecimientos y vaivenes políticos? ¿Cuántas torturas? ¿Cuántas detenciones? ¿Cuántos juicios injustos y cuántas sentencias arbitrarias? ¿Cuánta soledad y sufrimiento? ¿Cuánta vulneración de derechos? ¿Cuántas movilizaciones? ¿Cuántas carreteras con regresos y adioses interminables? ¿Cuánto exterminio y cuánta muerte agazapada en leyes y cárceles? ¿Cuánto olvido de lo que somos y por qué luchamos? ¿Cuántas victorias y errores? ¿Cuánto compromiso? Y, por extraño que parezca, en medio de tanta pregunta, ¡cuánta vida, cuánta esperanza y cuánto coraje para seguir adelante¡ Al recordar el pasado, la memoria no suele ser una amante fiel con la verdad, más bien resulta caprichosa e interesada. Se bandea entre lo que le conviene y a veces se convierte en el discurso demoledor del desencanto o del fracaso. Ése no es el caso de Euskal Herria. Aquí se lucha por un proyecto político, la independencia y el socialismo, que viene del pasado, que es presente y tiene porvenir. Después de 31 años de compromiso, se lo debemos a Gatza y Agirre. Y, por encima de todo, les debemos el éxito del porvenir.
Amparo LASHERAS, jornalista
Fonte: Gara