quarta-feira, 19 de julho de 2017

«Rendiciones y arrepentimientos»

[De Petri Rekabarren] La historia ha condenado al PNV por rendirse a los fascistas en 1937 en Santoña, hace ochenta años. Desde entonces este partido realiza un esfuerzo sistemático para quitarse ese estigma, para lavar su putrefacta imagen. El PNV ha traicionado al pueblo vasco al que dice defender siempre que ha visto en peligro la propiedad, las empresas, los capitales y las acciones, las tierras y los barcos de su clase, de la burguesía a la que representa. Pero la rendición de Santoña, como toda entrega de armas a ejércitos invasores, tiene una carga simbólica cualitativamente más grave porque supone la entrega al invasor del pueblo desarmado y derrotado moralmente. Solo hay otra traición que pueda comparársele a esta: ayudar al ocupante a reprimir la resistencia de su pueblo, sea cual fuere, desde la resistencia contra la explotación asalariada hasta la lucha por la independencia y el socialismo, pasando por la antipatriarcal, la lingüístico-cultural, la ecologista… (boltxe.eus)