EHK: ¿Existe la posiblidad de que la Izquierda Abertzale sea asimilada en el actual marco de opresión capitalista?
AL: Nunca se debe decir de esta agua no beberé. Pero pienso que no, que no sucederá. Si no lo consiguió Franco y no lo han logrado en los últimos treinta años, desde la Transición, tampoco ahora. El capital humano, militante e ideológico de la IA es muy fuerte. Pero como decía antes no nos podemos dormir en los laureles. El éxito electoral y el trabajo institucional sólo debe ser un instrumento para avanzar y reforzar la lucha. Ahí, para evitar cualquier veleidad de asimilación, deberá jugar un papel importante, como conciencia activa, la organización popular, la clase trabajadora y la lucha sindical. (lahaine.org)
«Días de luto y de esperanza», de Fermin GONGETA (BorrokaGaraiaDa)
Existen, al menos, dos formas de callar la voz del pueblo. Una es sacrificándola; la otra comprándola. En el mensual de Le Monde Diplomatique de ese mismo mes de julio, me ha llamado la atención el que su director Serge Halimi, vuelva a resaltar la noticia de la venta del diario Le Monde. Fue un 28 de junio del 2010, por un importe de 110 millones de euros. Le Monde se unió así a la cohorte de todos los títulos periodísticos de renombre, cuya suerte está íntimamente unida al capital y a la buena voluntad de la industria y de las finanzas. Se ha convertido, en el abogado de la Mundialización Feliz.
En esta época de larga crisis, en la que el Estado español se enfrenta a una situación económica cada vez más delicada, a Julen Arzuaga le llama la atención la diligencia con que el Gobierno español acepta la intervención internacional en materia financiera y económica, mientras que no admite el mínimo control internacional en el ámbito de los derechos humanos, ámbito que también, como señala el autor, se encuentra en crisis sistémica.
«Bardenas, con las bombas y sin el dinero», de Ramón SOLA e Martxelo DÍAZ (Gara)
Casi cuatro años después del convenio que volvió a ceder territorio de las Bardenas al Ejército español para otras dos décadas, la Comunidad que gestiona el territorio se ha quedado con las bombas y sin el dinero.