[De Iñaki Gil de San Vicente] El ateísmo marxista es la expresión suma de la libertad, porque reconcilia a la especie humana con ella misma, con su materialidad. Su radicalismo emancipador es tal que contra él se alían todas, absolutamente todas, las corrientes ideológicas: desde el agnosticismo más vergonzante hasta el idealismo más solipsista, pasando por las manipulaciones sutiles o burdas de los avances científicos obsesionadas en demostrar que no existe la realidad objetiva, es decir, que no existe la verdad en cuanto dialéctica de lo concreto, lo objetivo, lo relativo y lo absoluto.
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El ateísmo marxista sostiene que estas creencias sólo muestran el desviado poder imaginativo de la aterrada mente humana ante el misterio del mal, del dolor y llanto sin razón conocida y sin solución posible, o sea del terrible Mysterium iniquitatis que ninguna diosa ni dios pueden explicar ni solucionar, desesperación que lleva a nuestra especie a agarrarse al clavo ardiendo del opio religioso y de la adoración de fetiches que ella misma ha creado con su sufrida y explotada fuerza de trabajo propiedad de la clase dominante.
Solamente la praxis revolucionaria y la verdad científico-crítica a ella unida, es decir, el ateísmo, acabarán con el fetichismo religioso. (BorrokaGaraiaDa)