[De Borroka Garaia] Cambiando de tercio, el proceso de liberación ha sido decisivo para la supervivencia y para la (re)construcción de la nación trabajadora vasca en los peores momentos de su historia. Esta es una de las realidades objetivas que la burguesía vasca y los estados no pueden admitir en modo alguno. Y en cierta manera es la otra verdad. Solo que no existe una leyenda de fantasía que pueda alimentarla. Es por ello que hoy por hoy, no nos encontramos en proceso de paz, ni de resolución, ni existe ninguna base para ello, pues ETA nunca causó en su origen el conflicto político ni el violento (los dos permanecen hoy), no hay un ciclo nuevo abierto fruto de la acumulación de logros pasados, y los generadores de nuevas condiciones están casi extintos, los viejos apagados.
La fase actual es de crisis del proyecto de liberación nacional y social, y de ausencia de oportunidades decisivas. Lo cual remite a la transición del proyecto revolucionario en Euskal Herria de cara a la nueva generación de condiciones, que solo puede operarse lejos ya de los cantos de sirena de la comunidad internacional del capital, de estrategias «maltzaga» existencialistas, o de reconciliaciones nacionales a la vasca ya inventadas por el PCE o PSOE en la reforma franquista española. Conceptos, lenguajes, mensajes, proyectos de vacíos teóricos y conceptuales están plenamente agotados, no así las ansias de libertad. (BorrokaGaraiaDa)
sexta-feira, 4 de maio de 2018
«El significado político del final de ETA»
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