68 años después de Al-Nakba, los expulsados palestinos muestran la llave de sus casas, símbolo de la reivindicación de su derecho a regresar. Esta injusticia histórica no es, sin embargo, un conflicto a resolver en la agenda de las potencias mundiales, ni siquiera de los países árabes vecinos. Al-Nakba es la sangrante constatación de que la política de hechos consumados tiene validez. De que la razón de la fuerza es perfectamente asumible en el tablero internacional, siempre y cuando no contradiga los intereses de las potencias imperialistas (la ocupación del Sahara y las últimas maniobras del régimen alauita son otro claro ejemplo). Al-Nakba, 68 años después, deja en evidencia, una vez más, el supuesto derecho internacional, cuando un engendro de Estado, antidemocrático y violento, es aceptado sin mayores problemas como un Estado democrático por parte de los Estados europeos, permitiéndole incluso participar en competiciones deportivas europeas, en Eurovisión o abrir una oficina permanente en la sede de la OTAN en Bruselas.
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La campaña BDS constituye, sin duda, la principal herramienta que el Pueblo palestino pone en manos de los movimientos solidarios con su causa. Una herramienta de lucha a medio-largo plazo pero con un gran potencial. Los éxitos cosechados los últimos años, la prioridad otorgada por el Estado sionista a este tema o la conferencia contra el BDS de marzo de este año en Jerusalem auspiciada por los sectores sionistas, son un claro ejemplo de la efectividad de la campaña. / Ler: askapena.org