sexta-feira, 29 de junho de 2018

«El decreto del régimen de Trump no oculta la pauta histórica de crueldad en EEUU»

[De Jimmy Centeno, Don T. Deere e Frederick B. Mill] Seamos sinceros acerca de lo que está ocurriendo ante nuestros ojos. El cruel e inhumano encarcelamiento de niños separados de sus padres es una respuesta fascista de un gobierno narcisista que halaga su ego afirmando ser la mejor nación del mundo. Sin embargo, esta grandeza la reivindica un régimen que lleva a cabo guerras interminables en el extranjero y en casa implementa una limpieza étnica y el control social. Ayer era el gobierno Obama el que forzaba la maquinaria de deportación masiva y preparaba así el camino para el racista furibundo Trump, cuyo programa de internamiento de niños ya ha asfixiado las vidas de niños inocentes, que son rehenes de una banda de políticos criminales matones. Los sociópatas que tuvieron la cara dura de acudir a la televisión nacional para justificar este programa de «Tolerancia Cero» están dispuestos a violar de forma irreparable la dignidad e inocencia de los niños.

La separación de familias no es una patología social nueva, sino que forma parte de una cadena histórica de incidentes que se remontan a los tiempos de la esclavitud cuando se separaba a las familias africanas y se vendían en los mercados de esclavos de modo que nunca se volvían a reunir. Las personas nativas estadounidenses conocen esta dolorosa separación de su comunidad cuando en algunos casos se les quitó a sus hijos, que fueron enviados a internados para ser atendidos (civilizados) y adoctrinados en «los modos de vida angloestadounidenses», una forma cínica de purgarlos de sus propias tradiciones y prácticas. En este sentido también es relevante la experiencia japonesa. Durante la Segunda Guerra Mundial se envió a miles de familias japonesas a campos de internamiento. Estas personas fueron detenidas y separadas de la población general con el argumento racista de considerarlas una amenaza nacional. (lahaine.org)