[De Juan Manuel Olarieta] Los tribunales fascistas no es que estén «manipulados» políticamente, sino que son órganos políticos y, en consecuencia, siempre funcionan de una manera discriminatoria.
Por ejemplo, contar un chiste sobre Carrero Blanco es un delito. Sin embargo, contar un chiste sobre Franco no lo es. La jurispridencia del Tribunal Supremo hace tiempo que ha transpasado el límite del ridículo: es peor atacar al subalterno (Carrero) que al jefe (Franco).
Es un caso único en los anales de la represión política cuyo origen es que, a diferencia de su valido, Franco murió en la cama. Afortunadamente eso nos permite criticarle, burlarnos, insultarle y despreciarle. Si hubiera sido ejecutado, como merecía, sería otra de esas «victimas del terrorismo» a las que la jurispridencia ha puesto por encima de la historia. No podríamos humillar a un criminal, como Franco, porque las leyes, los fiscales y los tribunales le protegerían. (movimiento político de resistencia)
quinta-feira, 21 de dezembro de 2017
«Afortunadamente Franco murió en la cama»
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