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Esto supone directamente que salvo los medios de los que se pueda dotar el movimiento popular, casi siempre precarios económicamente, la «Comunicación» está en manos de grandes empresas y bancos, los entes públicos son centros endogámicos partidistas del poder autonómico, y una suerte de empresas ligadas a intereses muy determinados y nunca coincidentes con la clase trabajadora sino con los diversos estratos de la burguesía desde la pequeña a la oligarquía dominan por completo el panorama. En el caso de Euskal Herria todo ello intensificado por la propaganda de guerra y el intervencionismo de cara a desnacionalizar junto a un auténtico barrido y destrucción de medios por la vía represiva a lo que se une la nueva persecución individualizada de meros usuarios y usuarias de redes sociales. (BorrokaGaraiaDa)