sábado, 20 de janeiro de 2018

«Feminismo proletario y comunismo revolucionario»

[De Kolitza / Resposta a Jule Goikoetxea e Teresa Larruzea (2)] La semana pasada Jule Goikoetxea y Teresa Larruzea contestaban a mi artículo Marxismo y opresión de género (disponible en Borroka Garaia Da), con una respuesta en el periódico El Salto.
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Mi tesis general es el siguiente: EL MODO DE PRODUCCIÓN CAPITALISTA tiene unas categorías económicas centrales, que son asexuadas, (ASEXUADAS no quiere decir masculinas), propiedad privada, dinero, mercancía, plusvalor, capital, etc. Estas categorías constituyen un sistema que gobierna y por lo tanto determina, pero no agota el movimiento de la sociedad burguesa. Antes bien, la FORMACIÓN SOCIAL CAPITALISTA, en la que el modo de producción capitalista es hegemónico pero no absoluto, no se agota en estas categorías, sino que constituye la articulación de estas con restos de modos de producción anteriores y simulacros de modos de producción futuros, que cumplen funciones de apuntalamiento del orden burgués, pero que no están organizados mediante las categorías económicas burguesas. El modo de producción capitalista es el hegemónico en la formación social burguesa, pero convive con restos de otros medios de producción, con vestigios de opresiones tradicionales, subsumiendo estas bajo la polarización burguesía-proletariado y creando figuras intermedias de mando y colaboración.

La opresión de género, que tiene a la base una división sexual del trabajo en todos los ámbitos de la vida, que genera distintas figuras opresivas no reducibles a las categorías simples del Capital, depende completamente de su funcionalidad con respecto al capitalismo, con respecto a la burguesía, y es eso lo que la hace a la vez sobrevivir en la sociedad burguesa y ser indestructible dentro de la formación social capitalista. Dentro de la estructura de la formación social, la opresión de la mujer trabajadora brota sistemáticamente allí donde se la golpea, porque es una pieza en un puzzle social general, a menos que el modo de producción capitalista sea superado como modo hegemónico del metabolismo social. La opresión de género (o de la mujer trabajadora tal y como está configurada en la modernidad), ni es capitalista en sí, ni entra en contradicción con las categorías burguesas, y sólo algunas expresiones de ella se pueden caracterizar como ‘patriarcales’, es decir, mediatamente organizados mediante figuras del dominio masculino; mientras que otras expresiones son inmediatamente organizadas bajo el mando capitalista (opresión de género directa de hombres y mujeres burgueses sobre la mujer proletaria). Incluso la aristocracia obrera oprime como estrato de clase a la mujer proletaria, por ejemplo, cuando el trabajador de industria putero se beneficia de que la mujer proletaria necesite prostituirse para sobrevivir, o cuando la mujer funcionaria deja de limpiar su portal o cuidar sus hijos porque una mujer proletaria está dispuesta a hacerlo para conseguir un sueldo cuatro o diez veces inferior.

El fundamento de la dominación de la burguesía sobre el proletariado es económico, y sus leyes categoriales constituyen el modo de producción capitalista. Pero esas leyes están articuladas en una compleja y diversa estructura de poder a la que el marxismo denomina formación social capitalista mundial. En la formación social capitalista distintas modalidades de opresión brotan de la dominación económica y se instauran dentro del proletariado: opresión estatal-política, opresión nacional, opresión imperialista, opresión de género, opresión racial, etc. que constituyen dentro del proletariado distintas subjetividades oprimidas (súbdito del estado, miembro de una nación oprimida, trabajador periférico, mujer, negro, etc…) El conjunto de estas opresiones constituye la estructura general de la dominación burguesa. Este es el verdadero alcance de la dominación burguesa, que descansa sobre la subordinación económica del proletariado, pero no se reduce a ella. La llave para suprimir estas formas opresivas pasa por eliminar la raíz, que es la subordinación económica que deja indefenso al proletariado y de la que brotan distintas formas de subordinación que a la vez retroalimentan la dominación de clase y la hacen más aplastante. Por lo tanto, la vía para solucionar las opresiones específicas pasa por el comunismo revolucionario, entendido como la superación de todos los antagonismos, tal y como es definido ya en el manifiesto comunista. Es este concepto general y no reduccionista del comunismo el que debe ser profundizado y alimentado mediante la investigación teórica y la experiencia práctica. / LER: BorrokaGaraiaDa