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El enemigo de la clase obrera no es otro país, ni mucho menos el proletariado de otro país, sino la burguesía propia, que es la que conduce al país a la guerra y los revolucionarios tratan de derrotar a esa burguesía, de donde deriva la consigna de «transformar la guerra imperialista en guerrra civil», a la que Lenin califica como «la única consigna proletaria justa».
«Lo que ve y siente todo obrero consciente es que, si debemos perder la vida, que sea luchando por nuestra propia causa, por la causa de los obreros, por la revolución socialista y no por los intereses de los capitalistas, de los terratenientes y los zares», escribió.
La neutralidad de los reformistas conduce siempre a la peor de las políticas posibles, la pasividad, que convierte la «lucha» contra la guerra imperialista en frases vacías, tales como «guerra a la guerra». En medio de una guerra, por reaccionaria que sea, el movimiento obrero internacional, además de tomar partido abiertamente, debe llevar a cabo una actividad práctica, revolucionaria: «Las acciones revolucionarias contra el gobierno propio en tiempos de guerra significan indudable e indiscutiblemente no sólo el deseo de su derrota, sino tambien aportar un concurso activo a esa derrota». (Movimiento Político de Resistencia)