[De Diego Sequera] No es por capricho volver a Alepo para darle medida al momento actual en Siria. La liberación de la ciudad, a finales del año pasado ha sido el punto de partida del viraje que ha tomado la guerra transnacional contra Siria, y su impacto geopolítico. Pero también por cómo se puede narrar el movimiento interno de esa sociedad frente a la agresión.
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La maquinaria occidental, sus medios, narraban la especie de que no había solución en Alepo, el complejo industrial de ONGs, la ONU y los milicianos mediáticos alertaban sobre una hipertrofiada crisis humanitaria que borroneaba al igual de aquejado oeste, ocultaba el férreo control sobre la ayuda humanitaria que ingresaba al este, inflaba los números de civiles, de hospitales, de escuelas, magnificaba y deformaba el papel de las incursiones de la fuerza aérea siria y rusa, lanzando campañas publicitarias en las grandes capitales europeas exigiendo una zona de exclusión aérea, mientras alertaba el «castigo colectivo» que vendría inmediatamente después de expulsar a los terroristas.
La verdad, imposible de ocultar, fue lo contrario: la celebración en la calle era indiscutible y la Navidad se celebró, teniendo, tal vez, como símbolo, a la catedral de San Elías, semiderruida, donde se celebró la primera misa cristiana, ahí donde una vulgar caricatura de la sharia, la ley islámica, malvestía una dictadura aplastante. (Misión Verdad)