domingo, 23 de julho de 2017
«El tiempo, de valor de uso a valor de cambio»
[De Alizia Stürtze] Encontrar placer en holgazanear es pecado. Estar sin más o aburrirse es una blasfemia. Jugar con nuestros niños o escuchar al amigo es «tirar» el tiempo. Intentar dar a la propia existencia un contenido creativo, dionisíaco y epicúreo es un crimen… a menos que seas rico. Los que sólo contamos con nuestra fuerza de trabajo tenemos pues la «obligación bíblica» de estar siempre activos, siempre haciendo cosas «útiles», aprovechando hasta el tiempo de ocio para seguirnos formando e intentar «triunfar» en un mundo cada vez más agresivamente competitivo. La base de nuestra vida no debe ser vivir el tiempo propio, según nos dicte la propia naturaleza, sino acelerarlo de modo neurótico, sin tiempo de pensar, ni de contemplar, ni de intercomunicar, ni de ir reposando la madurez, lanzados en un mercado que nos exige una flexibilidad total (disponibilidad permanente) y una involucración absoluta (formación continua le llaman), de modo a estar siempre a punto para lo vaya exigiendo el mercado. (BorrokaGaraiaDa)