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Esa es la interpretación oficial, pública, porque esta interpretación está prometiendo que el llamado Nuevo Estatuto, en el futuro que se abre, va a garantizar la posibilidad de que Hego Euskal Herria, Navarra y Vascongadas, puedan defender sus derechos, puedan tener derecho a la palabra, puedan presionar a Madrid desde dentro de las instituciones españolas.
Frente a eso, se constata una caída en las movilizaciones de defensa precisamente de esos principios. Mientras que por una parte hay movilizaciones de la juventud trabajadora, de las mujeres, de los jubilados y pensionariado, de la clase trabajadora, una movilización que se ve en las calles y que contrasta con la pasividad relativa que hay en el estado español. Hoy en Euskal Herria tenemos un nivel semanal del pensionariado movilizándose, la masividad de mujeres jóvenes trabajadoras que están en organizaciones también impresiona, los movimientos de los gaztetxes (centros sociales okupados) y de las organizaciones juveniles, son muy llamativos. También, la potencia de un nuevo sindicalismo de base joven que está avanzando hacia la izquierda viendo las limitaciones del sindicalismo clásico, incluso con tensiones entre las centrales LAB y ELA. Eso contrasta con la pasividad con las movilizaciones institucionales o del sistema parlamentario.
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Todo este bloque de problemas lleva, sin embargo, a otra contradicción: si el presente ya es duro la perspectiva de futuro es muy inquietante. En los dos últimos años el pueblo trabajador ha visto disminuidos sus ingresos en algo más de 600 euros mientras la burguesía se enriquece sobremanera. Por ejemplo, la industria del turismo, que en San Sebastián-Donostia supone en estos momentos el 13 o el 14% de la riqueza, por primera vez en los últimos años tiende a la baja. Todo indica que en el estado español el turismo ya ha llegado a un límite. Pero hay nubarrones más alarmante: el precio del crudo, el aumento del coste del dinero, la impagable deuda del Estado, la decisión de la burguesía de no ceder, la ralentización del crecimiento económico, la pérdida salarial continuada mientras suben los precios, el envalentonamiento fascista. Por poner un último ejemplo: a nivel estatal los servicios básicos de una vivienda han aumentado un 27% en diez años, mientras el salario ha descendido un 8%, y estos porcentajes también golpean al proletariado vasco. / LER: Resumen Latinoamericano