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Para combatir a toda revuelta, desde tiempos inmemoriables, de aquí o de allá, en cualquier parte del mundo se hace necesaria la despolitización al que se rebela. Para criminalizar mejor así al desposeído que también se le intenta despojar de las ideas sobre todo a vistas de la sociedad. Esto encierra un fuerte clasismo reaccionario de corte filo-fascista cuando a las expresiones populares de la clase trabajadora se les intenta a parte de despojar de las ideas asemejarlas con «la drogadicción», «la mala gente», «obreros sucios y borrachos»… es un mecanismo de defensa de la burguesía cuando los señoritos ven amenazado su «limpio y sano» sistema de desigualdad y opresión. Es el «Os jodéis y os calláis, no sé de qué os quejáis, qué cojones queréis, me estáis manchando la alfombra» que ya lo decía Evaristo. (BorrokaGaraiaDa)