[De Aitor Aspuru] Pese a ello, el modelo festivo se debería enfrentar en esta época de cambio de ciclo político y de cuestionamiento militante a una pregunta inquietante: ¿las fiestas populares son realmente alternativas? Tanto para unas realidades modestas, como las fiestas de pequeños pueblos, como para otras más masivas y politizadas, es constatable que en 2018, el sistema capitalista dominante guarda ya poca relación, en algunos aspectos, con aquel franquismo sobrio que se ponía en cuestión. La fiesta ya no rompe con el muermo democrático, sino que está ligada a la reproducción del capitalismo liberal: trabajar cinco días y rendirse al ocio consumista otros dos (sea en el centro comercial o en el bar).
En la CAV, los eventos culturales florecen mercantilizados para mayor gloria de un territorio que se quiere valorizar de cara a ese bárbaro que arrasa con todo: el turista. De la capitalidad europea al BBK Live, pasando por otros saraos internacionales como los premios MTV, las citas internacionales arrasan con los lazos locales y barriales al ritmo impuesto por Airbnb y la industria hotelera y hostelera. Y si bien es cierto que la fiesta popular se distingue por seguir otros objetivos que los meramente económicos, ¿la hace eso inmune a la crítica? En definitiva, ¿cuánta distancia hay entre los valores que pregonan los colectivos y su reflejo festivo? (El Salto)
segunda-feira, 20 de agosto de 2018
«Martxa eta borroka reloaded: Por unas fiestas populares radicales»
Etiquetas:
capitalismo,
Euskal Herriko jaiak,
luta de classes,
Opinião,
povo trabalhador basco