El caso es que en el pasado no estábamos en una «fase de resistencia», no al menos en los años que tomó cuerpo Zutik Euskal Herria. Estábamos en una de post-negociaciones y de ofensiva represiva. Las negociaciones no dieron resultado, la ofensiva represiva se recrudeció y justo en ese punto de inercia apareció ETA a modo de fetiche como «culpable y estorbo» para el buen transcurso del proceso de liberación nacional y social. De esta manera, se re-engancha en el tiempo con la teoría estratégica de Aralar planteada años atrás y nace la nueva estrategia de la izquierda abertzale que en realidad era la vieja de Aralar; Finiquito a la lucha armada, apuesta eminentemente institucionalista, separar el proceso político en partes diferenciadas dispuestas por el marco impuesto, asumir en la práctica la legalidad, centralidad absoluta de partido clásico institucional y menciones a la desobediencia.
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El problema es que la izquierda abertzale como cuerpo social y militante no es socialdemócrata por lo que incidir en la teoría socialdemócrata está llevando a un proceso de auto-destrucción y de crisis concatenadas avivadas por el intento de conversión y las reticencias ante ello. / Ver: BorrokaGaraiaDa