Una de las características comunes de los conflictos políticos y armados son los prisioneros y no se conoce un conflicto político solucionado con presos encarcelados. En Euskal Herria no está el conflicto solucionado ni en vías de solución. Ni las consecuencias de este conflicto son elementos del pasado a solucionar, sino que todas las semanas se apilan nuevas, y seguirán apilándose a no ser que un día olvidemos las razones por lo que todo esto empezó y al estado no le haga falta ya.
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No hace falta ser un filósofo griego para saber que los presos políticos en cualquier conflicto del planeta solo han podido salir a la calle de una forma: mediante acuerdos de resolución y amnistías y que eso solo significa que la lucha del pueblo lo ha podido forzar, pues precisamente conflicto significa que no hay acuerdo, pues nadie hace las leyes en beneficio del que persigue sino con la intención de acabar con su persona, proyecto y lucha. Tampoco lo hace por venganza. La venganza nunca ha sido moneda de cambio del usurpador. Su accionar en todo momento es fruto de un diseño político estratégico que no es la venganza sino unos objetivos que se encuadran en líneas de actuación más amplias. Someter a pueblos, apuntalar a una minoría rica en el control del poder, amenazar y machacar a la disidencia y mantener la injusticia. En este tablero de juego no se hace nada sin ningún motivo, o por mera venganza, todo es parte de algo. Siglos de dominio no se construyen con venganzas sino con un uso sofisticado de la ciencia fría de la opresión. (BorrokaGaraiaDa)