Era por tanto urgente dar un brusco giro absoluto, de 180 grados en los cuatro puntos: abandonar la violencia y exigir a ETA su autodisolución, empezando por el cese de toda violencia: si volvía a atentar sería denunciada públicamente por la dirección de la izquierda abertzale; acercarse lo más posible a la sociedad mostrándole con hechos el nuevo contenido pacifista, democraticista y exclusivamente político-institucionalista de la nueva izquierda abertzale, y aunque se continuaba hablando formalmente de tres formas de lucha -parlamentaria, de masas e ideológica- se abandonaron las dos segundas; abandonar las formas organizativas de militancia revolucionaria abriendo las puertas a quienes quisieran afiliarse, al margen de su nivel de conciencia y entrega; y abandonar la reivindicación de la Amnistía y aceptar las leyes españolas para, además de facilitar la salida de prisioneras y prisioneros, mostrar a la posible nueva militancia que ya no es arriesgado afiliarse a Sortu, como lo era con HB.
No hemos exagerado ni un ápice. Se pueden releer notas oficiales, declaraciones y entrevistas de prensa de dirigentes, declaraciones en tribunales o en libros editados ad hoc, como las de Arnaldo Otegi sobre sus tesis y opiniones, etc., para confirmar lo aquí escrito. Se pueden recordar los documentos de las reveladoras presentaciones colectivas de Altsasu e Iruña, y releer por qué se acepta la Ley de Partidos; se pueden releer las tesis de la llamada vía-Rufi y lo firmado por la llamada vía-Segura y las excusas puestas para justificar por qué se abandona la Amnistía primero y luego, ante la reacción en contra tanto fuera de Sortu como en el interior de la izquierda abertzale, intentar recuperar solo la consigna pero vaciándola de contenido. (lahaine.org)