En nuestro contexto Felipe González es a menudo identificado como socio y amigo de Carlos Andrés Perez, con quien colaboró en el proceso de privatización --o mejor dicho, entrega-- de Conviasa y cadenas hoteleras a grupos de interés directamente vinculados al capital español en el gris entorno del PSOE. Por eso, cuando se despierta la memoria colectiva del pueblo venezolano, la figura de González genera rechazo inmediato y hasta repulsión.Pero la asociación de González con CAP es solo una de las muchas facetas ténebres del ex-presidente español. Podríamos mencionar su trabajo por la incorporación de España a la OTAN, la apertura neoliberal de la economía (la privatización de más de 40 empresas y la desindustrialización de Euskal Herria y Catalunya, etc.), la aplicación de censura mediática formal a los órganos de comunicación de la izquierda vasca, la dispersión y ampliación de condenas de los presos independentistas en las cárceles españolas, y la inaguración de un ciclo inconcluso de corrupción estructural.
Pero en este momento en el que González se trata de erigir como defensor de los Derechos Humanos y los consorcios mediáticos del capital lo presentan como estadista impoluto y referente moral, es necesario resaltar algunos datos sobre los GAL (Grupos Antiterroristas de Liberación) y los vínculos directos de dicho personaje con es terrorismo de Estado español. El ex-presidente estuvo involucrado en el desarrollo de una estrategia de guerra sucia contra ETA y la izquierda patriótica vasca en general que se caracterizó por el uso de la violencia parapolicial en la forma de desapariciones, torturas y asesinatos. / Ver: pakitoarriaran.org
