[De Borroka Garaia] A la conclusión llegada, tanto en Euskal Herria como en el resto del mundo, aprendida tras mucha sangre, derrotas memorables y asimilaciones dolorosas es que no se puede hacer uso de esas fuentes legitimadoras del enemigo sino es a modo de palanca para la subversión y para deslegitimarlas, mientras al mismo tiempo opera todo un entramado en contra de ellas para ser sustituidas. Es decir, existe un proceso legitimador de una ruptura con el sistema que se constituye por fuera, y el dentro solo sería un caballo de troya que coloca cargas en espera de la señal. Lo que traducido en nuestro contexto significa que un desarrollo del autonomismo no da independencia (sino que asimila al independentismo), que un desarrollo del «aspecto social» del capitalismo no da socialismo (sino que enquista el capitalismo) etc.
Puede que algún día ganemos... o que perdamos, pero la derrota más triste y humillante sería en la que nuestros hijos e hijas sean miembros de la ertzaintza, jueces de tribunales o carceleros de cárceles, con la bendición de sus mayores, mientras que Euskal Herria sigue estando oprimida y el proceso de liberación nacional y social se reduce a un cambio de cromos en las instituciones, ya no recordadas como enemigas sino con tan extremo de legitimidad que se vean como la única opción realista de cambiar las cosas mediante recuentos de votos totalmente desempoderados que no deciden nada más que en quien delegar la gestión de lo que hay. La derrota entonces sería total, tal como lo fue en su día para el psoe o el pnv entre muchos otros. (BorrokaGaraiaDa)