Cualquier alegato a la paz sin ningún adjetivo ni contexto es una apología violenta y pacificadora del estatus quo, generalmente injusto. Llamar a la paz en el Kurdistan, Palestina, Colombia o cualquier otro lugar donde exista conflicto sin respeto a los derechos del pueblo y la justicia es una infamia hipócrita.
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En Euskal Herria no existe acuerdo político entre las partes enfrentadas, ni hay justicia, ni hay derechos, ni hay negociación, ni hay proceso de paz. Es por ello que cualquier alegato a la paz, la reconciliación, la memoria, la convivencia y el relato del pasado en abstracto no es nada mas y nada menos que el apuntalamiento de los marcos de injusticia existentes o un alarde de la credulidad del oprimido.
En todos los conflictos políticos en primera y última instancia lo que se superpone es la balanza de poder. La ventaja en la balanza de poder es lo único que puede desbloquear una situación dada. En el caso vasco esa fuerza significa proceso constituyente, proceso hacia el socialismo, poder popular y confrontación, mucho más allá de lo electoral entrando también en el terreno de la desestabilización política. Costes para el estado y costes para la burguesía interna. (BorrokaGaraiaDa)