terça-feira, 11 de outubro de 2016

Borroka Garaia: «Atar a los perros, que menos»

En unas pocas horas en Iruñea se han podido ver esas dos caras. Por una parte, algo que tiene un valor extraordinario en la actual coyuntura social, política y económica. Que la juventud trabajadora a través de la acción directa tome las riendas de sus vidas y decida ocupar un edificio para así asegurarse la necesidad vital de una vivienda. Una juventud a la que se conmina a ser servil o ser apalizada mientras que ya son varias las generaciones que masivamente han visto cómo su posibilidad de tener una vivienda se veía truncada mientras decenas de miles de viviendas y edificios están vacíos.
Este grado de dependencia, llama a más dependencia en espiral debido a la necesidad de la extensión de la precarización juvenil para que se produzca la explotación en condiciones óptimas. Lo que en otras palabras significa que se están riendo a la puta cara de la juventud trabajadora vasca mientras que algunos de sus mayores y progenitores andan preocupados por el orden público (o sea, la propiedad privada) y no de unirse a ellos cuando también están siendo explotados.
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Que el debate, técnico, esté centrado en quién o qué dio la orden de desalojo, mientras se reparten institucionalmente solidaridades a policías agresores y jóvenes precarios agredidos de clase trabajadora solo es una muestra de la distancia que existe hasta el eje de transformación que pasa ineludiblemente por herramientas hoy imprescindibles como la ocupación. / Ler: BorrokaGaraiaDa