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No se cuánto dinero en concepto de fianzas, gastos judiciales y multas habrá sido obligado a pagar el pueblo trabajador vasco desde aquellas multas por llamar Jon en vez de Juan a tu hijo en la calle, de aquellos viajes al cuartelillo por poner una ikurriña en la vía pública. Incluso hoy en estos tiempos se siguen poniendo multas y hay detenciones según dónde saques la ikurriña o se han puesto por llevar la foto de tu hija encarcelada. Sea por reclamar la independencia y el socialismo o ser partícipe del movimiento popular, sea por poner carteles, sea hasta por escribir tweets. El caso es que la libertad de expresión en Euskal Herria es pura ficción. Un derecho como tantos otros aún por conquistar. (BorrokaGaraiaDa)